En los mitos, además de los dioses, aparecen los héroes, que pueden ser semidioses (hijos de un dios y de un ser humano) o humanos.

El griego Heracles, conocido entre los romanos como Hércules, es un ejemplo de héroe clásico. Hijo de Zeus y Alcmena, mostró su fortaleza desde niño, al enfrentarse a las serpientes que Hera había enviado para matarlos a él y a su gemelo.

Del carácter noble del héroe y de su resistencia dan cuenta los doce trabajos que le encomendó Euristeo, un rey al que Hércules sirvió como esclavo durante noventa y nueve meses para evitar el destierro de su padrastro. Tras vencer en otras aventuras, Hércules murió a causa de los celos de Deyanira y fue recibido entre los dioses del Olimpo. Se le representa con una maza, un arco y una piel, y se le considera ejemplo del héroe valiente y esforzado.

Heracles (Hércules) puso el tahalí1 de la reina Hipólita a los pies de Euristeo, pero ni así le concedió este descanso alguno, sino que volvió a mandarle de inmediato a capturar los bueyes del gigante Geriones. Poseía este en la isla de Eritia, en el golfo de Gádira (Cádiz), una manada de hermosos bueyes de color pardorrojizo, guardados por otro gigante y un perro bicéfalo. El propio Geriones era de estatura colosal,
tenía tres troncos, tres cabezas, seis brazos y seis piernas. Ningún hijo de la tierra se había atrevido nunca a medirse con él, y Heracles se dio perfecta cuenta de las muchas precauciones que requería aquella arriesgada empresa. […]
Después de una larga peregrinación a través de áridas regiones […] vino a parar al Atlántico, frente a Gádira, donde erigió las enormes columnas que llevan su nombre. El sol quemaba terriblemente; incapaz de resistirlo por más tiempo, el héroe levantó los ojos al cielo y tras poner una flecha en el arco, amenazó
con disparar contra Helios.
Este, admirado de su osadía, le prestó el cuenco de oro en el que el propio dios Sol efectúa su ruta nocturna desde el ocaso al alba. En él pasó Heracles a Iberia […], pasando luego a la isla de Eritia, morada de Geriones y sus ganados. No bien el perro bicéfalo hubo notado su llegada, arremetió contra él, Heracles lo recibió con su maza y lo mató a golpes, no solo a él, sino también al gigantesco pastor que había acudido en ayuda del can. Hecho esto, se apresuró a escapar con las reses; Geriones lo alcanzó, sin embargo, y se entabló una terrible lucha. Hera en persona compareció para ayudar al gigante, pero Heracles le disparó una flecha, y la hirió profundamente en el pecho, por lo que la diosa tuvo que huir. Otra mortal flecha fue a dar en el estómago del monstruo, donde se reunían sus tres troncos, y así sucumbió finalmente.